--- Próximo Encuentro con: Ana S. Díaz de Collantes 26 de Febrero ---

Elena Díaz Santana

Hacia el no ser

Me preguntas
por qué el silencio habita mi espacio,
cada día más cierto,
posado en mí.

Cómo explicar
el miedo a perderte,
el día que el aire
olvide tu nombre.

Estoy ante ti cobarde
asida a tu mano.
Caminas hacia el no ser,
pactas con el silencio
y me arrastras contigo,
aunque sé:
que siempre habrá palabras
que te nombren.

Hasta el olor de esta rosa
callará para siempre.
nada permanece,
ni lo  más puro nació para quedarse.



Promete el día tacto de espinas
En esta ciudad
de sueños rotos,
ignoran las estrellas
que el abrigo del hogar,
engaña al miedo
y me siento a salvo,
en los brazos refugio de los míos.
Anhelan mis manos
que nadie apague nuestra sonrisa
y tejen cuentos de esperanza.
Es la noche,
cómplice y testigo
de la profanación de lo sagrado
y yacen los cuerpos,
sobre el polvoriento lecho del desierto,
solitarios, sin nombre.
Solo tu alma mujer
permanece intacta, pura, inalcanzable,
para las sucias manos
de los cobardes,
pues eres templo
donde no caben, los mercaderes.

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Pájaros de silencio
Los pájaros
han llegado del silencio
para posarse,
en el vértice del frio
y habitar la soledad.
Sobrevuelan el ocaso
que cubre
el corazón calcinado de la tierra,
vienen
con semillas en sus picos
a sembrar la tarde,
renace la vida bajo su mirada
y vuelan hacia la luz.

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La vida duerme
Suplica el mimbral a la luz
que pueble las orillas
que olvidó habitar la primavera;
que la vida se imponga
a la noche desierta
y se llene el aire de promesas;
que vuelvan los pájaros
a tejer sus nidos
y se envuelva la tarde
con sus trinos.
Que solo parezca
que la vida duerme,
en las  oscuras aguas
de este engañoso río de silencio.

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